20/09/2022 | 2 minutos de lectura


“Enfrentó prácticamente todos los panoramas críticos que un líder puede esperar: asumir una gran responsabilidad en un ambiente adverso, adoptar cambios en el estilo y enfrentar problemas tratando de considerar la diversidad de variables, más allá de sus fronteras. No sería raro que en un futuro se siga estudiando la figura y el liderazgo que Isabel II imprimió en el extenso período en que le tocó gobernar.”

Fuente: La Tercera

El modelo de liderazgo que deja Isabel II es un ejemplo a seguir en muchos aspectos. No sólo se trata de una mujer que se destacó en un mundo post II Guerra Mundial, dominado casi en su totalidad por figuras masculinas; sino que además de eso tuvo la capacidad de adaptarse a un escenario de constante cambio, al mismo tiempo que pudo sobreponerse y administrar situaciones profundamente conflictivas.

De sus crisis, las más conocidas fueron las familiares. Sin embargo, también tuvo muchas de carácter político (las que abordó por sobre la constante tensión laborista-conservadora), como los conflictos sociales de los 70 y el Brexit en los años más recientes. En todas ellas mostró un temple inquebrantable y una visión de largo plazo centrada en el bien común.

En otras palabras, enfrentó prácticamente todos los panoramas críticos que un líder puede esperar: asumir una gran responsabilidad en un ambiente adverso, adoptar cambios en el estilo y enfrentar problemas tratando de considerar la diversidad de variables, más allá de sus fronteras.

No sería raro que en un futuro se siga estudiando la figura y el liderazgo que Isabel II imprimió en el extenso período en que le tocó gobernar. 

¿Cómo logró sortear este particular desafío con éxito? Sin duda son muchas las habilidades que demostró. La primera es la capacidad de saber escuchar con humildad y, sobre todo, a las señales y cambios que se estaban gestando en la sociedad. No por nada, líderes de distintas épocas, desde Winston Churchill a Barack Obama destacaron su figura.

Luego, la resiliencia y adaptabilidad para promover las transformaciones necesarias y permeando a todos los niveles de su “equipo” con una disciplina y compromiso en los que nunca flaqueó.

Su conducta tanto a nivel privado como público tuvo una columna vertebral indeformable: la dignidad y el honor de llevar sobre sus hombros la responsabilidad del cargo.

Su figura cobra especial relevancia y merece atención, especialmente en el mundo que vivimos hoy, donde el liderazgo dialogante, imparcial y con un sello de sobriedad es esencial para poder sortear un escenario incierto y crítico como el actual.

* La autora es socia Fundadora de Humanitas/ Cornerstone International Group.

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